TESTIMONIO DE SALVACIÓN

Este testimonio de salvación es para agradece a mi buen Dios por salir a mi encuentro, siendo hijo de padres cristianos, me alejé de los caminos del Señor a la edad de 18 años, porque no tenía una obra de Dios en mi corazón. Así busqué los caminos de este mundo, donde encontré tristeza y desilusión. Mas Dios tenía un plan, que daría vuelta todas las vanidades y ambiciones de mi juventud. Cumpliendo los 31 años, este Dios grande en misericordia vino a mi rescate. Estando en una situación muy triste, todo me estresaba, sentía que nada me importaba pues me había entregado a todo lo del mundo.

   Así busqué los caminos de este mundo, donde encontré tristeza y desilusión. Mas Dios tenía un plan, que daría vuelta todas las vanidades y ambiciones de mi juventud.
Así busqué los caminos de este mundo, donde encontré tristeza y desilusión. Mas Dios tenía un plan, que daría vuelta todas las vanidades y ambiciones de mi juventud.

Un día estando en el trabajo, un compañero de labor me dio un pedazo de que conteniendo marihuana, me dijo que sentiría paz, yo buscando esa paz comí. Al paso de unas horas hizo efecto estando ya en mi casa, pero no me trajo paz como yo esperaba sino una contienda en mi cabeza la cual me llevó a humillarme a lo sumo ante Dios con desesperación y estando en el suelo clamé a su santo Nombre.

Ahora entiendo, Cristo el Salvador vino a mi vida. Me levanté, pero ya no era el mismo, algo entró en mi ser, una presencia extraña que no podía conocer. Pasaron tres semanas y mi mente parecía no trabajar bien, sentía temor de todo, tenía sueños, no comprendía que me ocurría; tanto fue que decidí ir al médico, me levanté temprano y pasé al trabajo de mi esposa para avisarle que no me sentía bien.

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Cuando entré a la recepción una voz me dijo: Mira, mira, mírale, que hiciste... y la miré; ella estaba maquillada detrás de un escritorio, ella también era una hija de la promesa, esa voz me quebrantó, por causa de mi desobediencia estaba perdiendo también el matrimonio. Me dirigí al médico, le expliqué lo que ocurría pensando que todavía era el efecto de la droga, pero me explicó que no era posible que tuviera un efecto tan prolongado, me pusieron en una camilla y me inyectaron suero. Allí comencé a cantar un coro: "Todas las cosas me hablan de Cristo". Cuando cantaba, algo sentía en mí que me hacía llorar. Luego llegó mi esposa a la clínica y le pedí perdón porque yo sabía el daño que había provocado con mi forma de vivir, mi conducta se hacía patente como que alguien me lo estuviera explicando todo.


Allí comencé a cantar un coro: "Todas las cosas me hablan de Cristo". Cuando cantaba, algo sentía en mí que me hacía llorar.

 Ella me decía que también la perdonara, nos abrazamos y salimos de ahí. Pasamos por el centro de Rancagua caminando y pidiendo a Dios su ayuda; de pronto veo en el cielo como un resplandor de un flash que se pone en frente de mis ojos, era "mi rescate". Le pregunto a mi esposa que me ocurría, ella tampoco entendía, dimos unos pocos pasos y alguien me habló, una voz que me gustaría siempre escuchar y me dijo: "Yo te salvé". Cuando escuché esa voz comencé a mirar para ver quien me había hablado en medio de la gente que pasaba.

Se doblaron mis rodillas en plena calle mientras me sostenía mi esposa del brazo, no podía parar de llorar y glorificar a Dios en medio de esa multitud ¡Aleluya, gloria a Dios! Hoy cuento cuán grandes cosas ha hecho mi Cristo con este pobre pecador, sirviéndole a Él en la Iglesia de Coltauco junto a mi esposa. Para Dios que vive, sea toda honra gloria y alabanza. Amén.

DANIEL PIZARRO Iglesia en Coltauco

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